En pleno barrio de Chamberí, en la calle General Martínez Campos hay un pequeño milagro, un rincón en el que viajar en el tiempo y poder compartir, con el propio creador, algunas de sus mejores obras y pisar y casi respirar el mismo aire y aromas que le inspiraron al menos en la última de sus etapas como prolífico pintor.
Es a su mujer, Clotilde García del Castillo, a quien debemos agradecer la conservación de la casa y la existencia del museo, ordenada la creación en su propio testamento. Gran amor, modelo y fuente de inspiración, de algunos de los más bellos cuadros de Sorolla. Aquí reproducimos, con el permiso del Museo, dos retratos de ella, uno desnudo muy sensual (inspirado en Velázquez) y un retrato de ella en los jardines de la casa, rodeada de alhelíes.
Entendió que la solución para poder disfrutar de sus dos grandes pasiones: la familia y la pintura, solo podía ser compartir también el mismo espacio físico.
Mis hijos. Óleo sobre lienzo (1904). J.Sorrolla.
Entendió que la solución para poder disfrutar de sus dos grandes pasiones: la familia y la pintura, solo podía ser compartir también el mismo espacio físico.
De este modo, ayudado por el arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas, construyó su Casa Estudio en 1911, aprovechando el éxito que sus exposiciones americanas le habían proporcionado.
Tres salas altas con luz cenital, conformaban su espacio de taller, junto a ellas, adosadas, su hogar familiar y su jardín de arrayanes, inspirado en aquellos andaluces que tanto le inspiraron.
Era tal la intensidad y su amor por la belleza, la terrenal y la sublime, que nunca pudo despegarse de sus libros de apuntes, sus lienzos, sus pinceles y su cromatismo; nada de lo que le rodeaba podía ser ajeno a ese amor por la belleza, las cerámicas, las carpinterías, su colección de esculturas…
Es en la humanidad de sus retratos y escenas donde las figuras se funden con su entorno, con la naturaleza o espacio que las rodea, donde Sorolla se hace sublime, donde su humanidad, su amor por la vida, su felicidad de vivir nos inunda y nos llena de optimismo. Su luz no solo ilumina el espacio físico, ilumina nuestro espíritu.
Clotilde en el Jardín. Óleo sobre lienzo (1919-1920)
Que maravilla descubrir que la materia con la que pintaba Sorolla más que el óleo, era La Luz.
Desde Estudio b76, os pedimos por favor, que no dejéis de disfrutar de este auténtico regalo para los sentidos: La Casa Museo Sorolla.