Eduardo Úrculo (Santurce-Vizcaya, 1935-Madrid, 2003) Un lugar inevitable, 1996. Acrílico sobre lienzo.
PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID.
Los 70 trajeron a España y a una población joven y numerosa, una recién estrenada libertad, llenas de energía y ganas de experimentar.
Fernando Bellver (Madrid 1954), Dibujo de Madrid, 1997. Lápiz grafito solo papel.
Este fue el caldo de cultivo de una creatividad sin precedentes que utilizó cualquier técnica para expresarse: música, cine, fotografía, pintura…
Javier de Juan (Linares, Jaén, 1958) La Gran Vía (Tríptico), 1997. Óleo sobre lienzo.
Fueron las calles de Madrid y sus gentes, el espacio del día a día lo que les inspiró, no necesitábamos viajar lejos era el asfalto bajo sus pies, los edificios antes sus ojos y el aire que respiraban compartido por tantos de su generación materia suficiente para construir uno de los momentos cumbres en la historia creativa de la capital.
Ouka Leele (Bárbara Allende, Madrid 1957) Repelle-toi, Bárbara, 1987. Fotografía y Acuarela.
“Pongamos que hablo de Madrid” es una magnífica recopilación de piezas del Museo de Arte Contemporáneo Municipal, que corresponden principalmente a la obra de madurez (años 90) de algunos de esos artistas que mamaron de esa etapa de libertad recién estrenada.
Carlos Franco (Madrid, 1951). La primera cena, 1997. Técnica mixta sobre tablex.
Después de contemplar las obras de María Luisa Sanz, José Manuel Ballester, Ouka Leele, Javier de Juan, Carlos Franco, Fernando Bellver y Eduardo Úrculo, entre otros, rápidamente descubrimos que cada uno de ellos entendió la libertad desde punto de vistas diferentes, a veces diametralmente opuestos.
Esa es precisamente la característica común de todos ellos: tan absolutamente libres que su adscripción a cualquier escuela resulta harto complicada de aplicar.