Factory Warhol, es una interesante visión desde la perspectiva fotográfica amateur y la profesional de grandes de la fotografía como Richard Avedon y Cecil Beaton, de una de las “fábricas comunas” más prolijas del arte de los 60: el estudio de Andy.
La obra de Avedon y Beaton es siempre impecable, una visión perfecta y glamurosa de la Factory. Destacaría el tríptico de Avedon, combinando la presencia de miembros de la Factory vestidos y en desnudo integral, que tiene algo de lo sacro y profano que el Renacimiento supo combinar tan acertadamente.
Pero lo que más me atraía de esta exposición era la visión desde dentro de los que vivieron aquella maravillosa experiencia de creación colectiva, junto a uno de los grandes del S.XX.
La realidad es que me decepcionó un poco; esperaba haberme encontrado entre el material expuesto algo de aquellos momentos de éxtasis creativo, algo de aquella energía que necesariamente tuvo que respirarse dentro de aquel lugar envuelto en papel de plata; algo de lo políticamente incorrecto, sexo libre y poco convencional, drogas, broncas, celos, envidias, comunidad, amor y generosidad, que de todo tuvo que haber allí.Ese material existe, pero en esta exposición para todos los públicos no se ha expuesto, seguiremos esperando.
Eso sí, esta exposición confirma el gusto por la belleza masculina y femenina de la que Warhol gustaba rodearse, como es costumbre en los grandes creadores de la historia.
Sohei Nishino. Impresión de inyección de tinta. Kyoto, junio-octubre 2003. Michael Hoppen Contemporary. Londres.
Imagen anterior: Richard Avedon. Impresión en gelatina de plata. The Richard Avedon Fundation. October 30, 1969.
En relación a Asia Serendipity, lo considero un bocata di cardinale que no hace más que abrir el apetito de la curiosidad por conocer lo que detrás de tanto desarrollo capitalista carente de libertad, se está cocinando en Asia. Estaremos pendientes de todo lo que desde allí nos vaya llegando y si no, tendremos que ir a buscarlo.
Dos comentarios: creía que lo tenían superado, pero en Asia se agudiza el deseo por la juventud artificial, de muñeco manga, con un toque pederasta que al occidental nos suena a delito y muy grave. Y lo que como arquitecto me atrajo, aunque no me sorprendió, fueron las visiones de Sohei Nishino de la ciudad de Kyoto.
Tengo la sensación de que este siglo XXI se va a convertir en la apoteosis de lo urbano, el culmen de una evolución que con altos y bajos ha acompañado al hombre desde que decidió asentarse, con todo lo bueno de la Polis griega y todas las vergüenzas de la sub-urbanización del desarrollismo.
Sigo defendiendo la ciudad con su densidad, como la más ecológica de las soluciones habitacionales para un planeta superpoblado (¿?) y como verdadero lugar de la evolución económica y cultural, tal y como se ha demostrado a lo largo de la historia. Seguiremos con intensidad esta apasionante evolución que, con un poco de suerte y voluntad, podría salvarnos de nuestra extinción… o no.