Entre los participantes se encontraban Adriana Sobrini y José Luís Torroba; de Torroba, Sobrini, Galán&Asociados, y Jesús Hernández de Lamela Arquitectos, entre otros. Así mismo pudimos ver en acción a nuestro arquitecto de cabecera en Estudio B76, Carlos Hernández-Carrilo.
Durante su ponencia, Carlos, abordó un tema muy importante bajo el título “¿Y qué es un hotel?” No hablamos de una definición literal, sino de la experiencia que cualquier persona espera recibir en él. Cuando pensamos en un hotel no buscamos reproducir nuestro estilo de vida habitual queremos algo diferente, sin perder nunca la esencia de sentirnos bien, como en casa. Resumido en una frase vendría a ser algo así: “buscamos un hotel adaptado a nuestras necesidades y queremos vivir nuevas experiencias”.
¿Cómo puede un arquitecto e interiorista ayudar al promotor hotelero?
Desde el primer momento debemos tener en cuenta esa necesidad de nuevas experiencias de los futuros clientes. Por ello que es muy importante que desde la gestación del proyecto hotelero empecemos a enfocarnos en esas necesidades. Para ello es importante saber a qué cliente va destinado, qué condiciones del entorno afectan, qué carácter queremos imprimirle y sobre todo qué nos dice el propio edificio que vamos a convertir en futuro hotel.
Arquitectura e interiorismo deben ir de la mano. Con una arquitectura de calidad crearemos la estructura y distribución más rentable para el promotor hotelero, sacando todo el rendimiento posible a los espacio de que disponemos, facilitando siempre el buen funcionamiento en el día a día, reduciendo siempre los impactos negativos a la mínima expresión.
En cuanto al interiorismo nos aporta la escala humana, las texturas que vamos a tocar con nuestras manos, el sofá en el que nos relajaremos durante nuestros días de descanso o la iluminación con la que veremos y nos verán. Digamos que se trata de la parte más ligada a la moda, mientras que la arquitectura está más unida a lo sólido ya que se espera que sea capaz de perdurar en el tiempo
“El mejor interiorismo no arregla una mala arquitectura, pero el mal interiorismo es capaz de arruinar la mejor de las arquitecturas”, indicaba Carlos Hernández-Carrillo. Un proyecto hotelero requiere de una gran intensidad en todo el proceso de trabajo, desde los primeros pasos hasta el remate final. Esta será la única manera de que el cliente disfrute y viva nuevas experiencias.