Arquitectura de Interiores, decoración y equipamiento del Hotel Pestana Plaza Mayor de Madrid
En 2015 Pestana Hotel Group, encargó a Estudio b76 el proyecto de arquitectura de interiores, la decoración y el equipamiento de su futuro hotel en la Plaza Mayor de Madrid. Un auténtico reto recibido con pasión y responsabilidad por todo el equipo de arquitectos y decoradores del estudio madrileño.
En palabras de Carlos Hernández-Carrillo, arquitecto y socio de Estudio B76, “… siempre tuvimos claro que cualquier propuesta de reforma debía pasar por un entendimiento de la historia del edificio, su estructura y su entorno urbano, siempre con el filtro de la pasión y el amor por nuestra ciudad”.
La gran propuesta a nivel de distribución y organización interna del edificio para su nuevo uso hotelero fue la prolongación de la gran escalinata, situada en la fachada de Plaza Mayor. Esta prolongación permite conectar la Plaza con la calle Imperial a través del patio restaurante.
Esta escalera es la que da una dimensión urbana a esta intervención y convierte dicho patio en el auténtico corazón, no sólo del propio Hotel, sino también del distrito:”… un oasis urbano en el entorno denso y ruidoso del centro de Madrid”.
Nuevo tramo de escalera que une el patio del hotel con Plaza Mayor.
A la hora de afrontar el interiorismo, la propuesta de Estudio b76 trasmite un respeto historicista por el edificio y su entorno de una forma muy personal, con un espíritu de reinterpretación cargado de creatividad pero sobre todo de cariño, amor y sensibilidad hacia la historia, tradiciones y estilo de vida de la ciudad en la que el hotel se ubica.
Todo esto hace del Hotel Pestana Plaza Mayor Madrid, un hotel único e irrepetible, siguiendo la tradición de Estudio b76 de hacer de cada proyecto hotelero un ejercicio creativo con personalidad propia.
Terraza con vistas privilegiadas a la ciudad de Madrid.
Fundamental ha sido la participación dentro del equipo, como Director Creativo, del decorador Agustín Martínez Gil, sin cuya sensibilidad habría sido imposible alcanzar ese toque tan personal y sensible.
Uno de los grandes éxitos de este proyecto es el equilibrio entre las diferentes escalas, llegando a un compromiso entre la gran composición arquitectónica que el edificio ofrece y el carácter doméstico que Estudio b76 siempre busca en sus espacios hoteleros para que el cliente se sienta a gusto, humano, cuidado y único. Es ahí donde el cariño dedicado a cada elemento interior, a cada detalle, en cada textil elegido, logra domesticar los sillares de granito, las grandes arcadas y las escalinatas de estilo Herreriano con las que la Casa de la Carnicería fue construido en el siglo XVII.
Acceso al Hotel desde Plaza Mayor.
El otro gran éxito de su interiorismo es la forma con la que sus diseñadores se han asomado a la historia del edificio y su entorno.
Cuando recorremos los diferentes espacios, la mirada va descubriendo colores inspirados en los grandes pintores clásicos españoles como Velázquez o Goya que no son otros que los colores de Madrid… Esos cielos azules refulgentes, rosas y amarillos con una luz especial, que llena de alegría y ganas de vivir a todos los que visitan Madrid.
Habitación con moqueta de colores inspirados en la Casa de la Panadería.
Lounge, espacio ideal para la lectura, con vistas al patio del hotel.
Coctelería para clientes y visitantes del hotel Madrid on Fire.
Esos colores, por ejemplo, están en la moqueta de sus habitaciones, donde la composición de diferentes ramajes de antiguos diseños de la Real Fábrica ha permitido mantener esa conexión con la historia, pero a la vez con la modernidad, gracias al nuevo trazo y colorido expresionista. Esos colores azules, naranjas y amarillos conectan con las pinturas murales realizadas por Carlos Franco para la fachada de su edificio hermano, La Casa de la Panadería, visible desde las propias habitaciones donde se sitúa la moqueta.
Habitación con vista a Plaza Mayor y la Casa de la Panadería, fotografía Octavian Craciun.
Esa mirada histórica está también en los juegos de celosías y espejos, tan dentro de la cultura española y madrileña, heredadas del arte islámico. Ese efecto de ver y no ver, de adivinar, sentir las transparencias y crear un aire de misterio entretenido, nos acompaña en un devenir de espacios casi laberínticos, a través de los cuales vamos descubriendo el edificio, convirtiéndose este en el primer estímulo que reciben los huéspedes antes de salir a conocer el Madrid antiguo.
La azulejería, islámica, española y portuguesa, la restaurada que ya existía en el edificio y la incorporada traída desde los talleres sevillanos de Hispalcerámica, pintada a mano, con motivos naturales o geométricos, en rojos o en azules, se reparte a lo largo del edificio.
Espacios de circulación con azulejería de formas geométricas y en tonos rojos.
Espacios de descanso en Spa con azulejería de formas geométricas y en tonos azules.
La puerta castellana, con su recia carpintería y geometría ordenada, nos acompaña en nuestro recorrido, desde la recepción, donde las puertas recuperadas del propio edificio pintadas en un lacado negro funcionan como revestimiento de paredes, hasta la puerta de nuestra habitación donde en un nuevo juego de reinterpretación histórica el diseño geométrico de cuarterones nos recibe esta vez en color marfil.
Recepción acceso desde Calle Imperial.
Todo el hotel se convierte en un homenaje al trabajo de tejedores y bordadores, herreros, carpinteros, ceramistas… Profesiones que van desapareciendo pero cuyo valor es incalculable. También el folclore está presente en la realización de este proyecto… Los cuadros de «las manolas» con sus abanicos o sus mantones de Manila, la cerámica, los platos, los paños bordados, con encajes de filigrana que nos evocan de nuevo las celosías esta vez textiles.
Pared de ladrillo expuesta original con decoración de cerámica traída desde Sevilla.
Cuadros en escalinata que representan uno de los incendios que hubo en la Casa de la Carnicería.
Es también homenaje a su arquitectura cada paño de ladrillo de sus sólidos muros que se ha dejado desnudo, donde se muestran las cicatrices de la historia con sincera naturalidad.
Habitación con ladrillo original expuesto.
Y por último, pero probablemente lo más importante, la iluminación. En este caso al servicio de una escenografía buscada, barroca, que potencia el efecto de misterio y deseo por descubrir, que insinúa más que muestra, que te transporta en el tiempo, como en la piscina ubicada bajo las bóvedas de la arquería de Plaza Mayor, en fábrica de ladrillo visto, iluminada por líneas de led ámbar y pequeños puntos de luz como estrellas reflejadas en la alberca.
Spa Hotel Pestana Plaza Mayor.
Lámparas holandesas y españolas con mimo restauradas y reubicarlas, combinadas con iluminación lineal y con otras lámparas de artistas contemporáneos como la palmera dorada de Miguel Oriol en el techo de la bajada al patio desde Plaza Mayor, que nos anticipa el vergel en el que Estudio b76 ha convertido el antiguo patio de bomberos de la calle Imperial.
Salón de Columnas espacio de estar ideal para el cliente.
Sala de Reuniones.
Ese patio, como ya comentábamos, auténtico protagonista funcional y espiritual del edificio, al rededor del cual se distribuyen casi todos los usos comunes del hotel (recepción, coctelería, salones, cocina, restaurante…), se estructura entorno a los cuatro hermosos Laureles de Indias, acompañados de tiestos de barro hechos a mano sembrados de plantas diversas, con celosía de hiedra bajo su cubierta acristalada y mobiliario de roble, latón y piel, todo iluminado mediante catenarias a modo de verbena, tan castiza como La Paloma que nuevamente nos conecta con el folclore madrileño y su alegría de vivir.
RIB Casa de la Carnicería Beef & Wine con plantas naturales.
Espacio de estar del restaurante RIB Casa de la Carnicería Beef & Wine.
Patio – Restaurante, espacio protagonista del hotel.
Estamos ante un hotel que respira historia, arte, sensibilidad y belleza por los cuatro costados y que sin duda no dejará a nadie indiferente.